Para ello se requiere una formación especializada amplia que abarque todos los aspectos de posibilidades de tratamientos y conocimientos profundos sobre el crecimiento y desarrollo del área oral en esta etapa tan importante de la vida.
Por término medio, no debemos esperar más de seis meses entre visita y visita.
El odontopediatra, conocedor de los problemas que se pueden plantear en cada edad, y sabiendo la enfermedad previa o problemas que ha padecido el niño, nos indicará la frecuencia de las visitas, ya que en algunos casos estas deben ser más frecuentes.
Todo ello debe hacerse considerando que el niño conserva durante todo el resto de su vida una imagen de sus primeras experiencias, por ello el odontopediatra procura fortalecer mediante una motivación positiva, la imagen siempre agradable hacia una correcta salud oral, que sin duda repercutirá en la sonrisa del futuro adulto.
Fundamentalmente en su formación postgraduada específica en el ser infantil y adolescente y los cuidados y necesidades que ello conlleva para una correcta salud bucal en el futuro.